LOS BOLIVIANOS MUERTOS FUERA DE BOLIVIA POR EL CV-19

LOS BOLIVIANOS MUERTOS FUERA DE BOLIVIA POR EL CV-19

Max Murillo Mendoza/12-04-2020

La migración de compatriotas es una constante desde hace cincuenta años, cuando se empezó a agudizar nuestros problemas económicos. Millones de campesinos, indígenas, clases medias empobrecidas e incluso clases medias altas, salieron del país con rumbo a todo el mundo. Pueblos enteros se vaciaron y sólo quedaron los más viejos o quiénes no tuvieron opciones de salir. Quién de los bolivianos no tiene algún pariente cercano trabajando en algún lugar del mundo. Esta realidad responde a una ecuación brutal de nuestro país: no existen oportunidades económicas, laborales ni espirituales; además que no existen instituciones donde los profesionales y no profesionales, hagan carrera hasta su jubilación, se realicen con constancia. Simplemente no tenemos esas condiciones, porque no tenemos Estado y lo que hay sigue siendo torta de guerra de las oligarquías señoriales y tercermundistas de Bolivia.

Lo que sucede con los bolivianos a propósito del coronavirus, refleja esa dura realidad que es parte constitutiva de los bolivianos. De hecho quiénes llegaron al país en estos meses, vinieron contagiados por los trabajos que realizaban en Italia o España: de empleados domésticos, cuidando viejitos gringos, etc. Los bolivianos no tenemos un país que nos ampare, que defienda nuestros derechos de ciudadanía. Basta ver cómo se los trata a nuestros compatriotas, en estos días, en las fronteras de Chile o Argentina. En cambio los peruanos les regalaron pasajes en avión para el retorno de sus compatriotas. Esa es la diferencia entre Estados constituidos y Estados en apariencia como el nuestro.

Bolivia siempre está en constante zozobra e inestabilidad, que ha sido imposible construir institucionalidad, es decir planificación en el largo plazo. Todo es coyuntura, todo es política de sobrevivencia, todo es azar y perturbación. No tenemos políticas de Estado a largo plazo, al menos a veinte años que es muy corto. Los gringos planifican a 80 y 100 años sus Estados. Nosotros no conocemos estabilidad alguna, ni siquiera los 14 años de revolución cultural de rodillas que tuvimos. Por tanto, las nuevas generaciones tienen que acostumbrarse a esta tragedia boliviana.

Los culpables son evidentes. Las clases altas y oligarquías atrasadas, provincianas e ignorantes de nuestras realidades, que jamás han tenido un proyecto de Estado y Nación. Clases altas, probablemente las más atrasadas del mundo, sin identidad ni historia con nuestras raíces, con nuestras costumbres. Clases altas inútiles, que no industrializaron este país, que no se dieron la molestia de al menos instalar manufacturas medianas, que odiaban y odian lo rural por lo que jamás intervinieron para consolidar lo productivo y alimentario. Clases altas sin personalidad ni autoestima, que viven soñando en vivir y morir en Miami, Paris, Londres o al menos Madrid. Pero no en Bolivia.

Bolivia sólo es reflejo de estas clases altas fracasadas. Su riqueza va más allá de esas clases altas. Su cultura nada tiene que ver con esas clases altas. Sin embargo, es necesario reconocer que esas costumbres del desorden y caos total, se ha instalado en el imaginario boliviano. Bloqueamos de todo y por todo, sin respeto alguno por los demás. Ese desorden social y muchas veces irracional da lugar a pendejos que viven de la política y del desorden, del descontento constante. Aspectos que nos perjudican, que no dan lugar a pasos por lo sostenible, por la planificación y algo de orden colectivo.

Los compatriotas que mueren fuera del país nos recuerdan este drama nacional: ausencia de oportunidades. Las pocas que hay siguen en manos de los políticos; no de los profesionales y planificadores de instituciones. Todo lo demás es informal, precario y de sobrevivencia, como les gusta a las oligarquías extranjerizantes. Ante semejante realidad estructural, millones de bolivianos dejan el país para servir a otros países, sean profesionales o no. Bolivia se desangra constantemente. En ese desarraigo terrible se nos van profesionales, artistas y obreros de primer orden. Y triunfan fuera de nuestras fronteras, porque aquí no tienen las facilidades ni el cariño espiritual para que triunfen.

Los dramas que deben pasar nuestros compatriotas, además, por ser extranjeros y muchas de las veces ilegales, para ganar el pan del día. Dramas que no son noticias de portada por supuesto. Es el silencio total de esos dramas, que gritan desde siempre para que construyamos en este país y terruño nuestros sueños y realizaciones. Pero las supuestas clases dirigenciales jamás estuvieron a la altura de las circunstancias, amparados en la fuerza descomunal del ejército o la policía, sin ser dueños de su propio destino como clase.

Ojalá los jóvenes vean estas tragedias en función de modificar por fin los destinos del país, pues el presente y futuro siguen siendo sólo discursos de mediocres bastardos, sin ningún proyecto de Estado Y Nación. Como van las cosas las debiluchas, tontas y frívolas clases altas no resolverán nada de los estructurales y complejos problemas que tenemos, sólo nos queda rehacer desde cero las propuestas políticas, ideológicas y económicas de nuestra casa común.

 La Paz, 11 de abril de 2020