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PRIMARIAS Y ELECCIONES GENERALES 2019:

LEGALIZAR LO ILEGAL, AFLORAMIENTO DEL VIEJO ESTADO REUBPLICANO Y LOS “NI CHICHA NI LIMONADA”

Abraham Delgado Mancilla/ 01-12-2018

Como antecedente inmediato de las elecciones primarias, hay que precisar que la nueva Ley No. 1096 de Organizaciones Políticas, en su art. 29 establece las elecciones primarias, bajo ciertos procedimientos, requisitos y plazos (ver nota a pie de este artículo).  En complimiento de esta normativa el Tribunal Electoral ha hecho efectivo la convocatoria a dichas elecciones. No obstante, estas elecciones primarias son el capricho de un par de políticos de carácter tirano, Evo y Álvaro, para legitimar y legalizar su postulación trucha a nuevas elecciones generales del 2019. A este capricho de los tiranos, parecen haber apostado los de la oposición en la lógica de adentro y afuera. “Participamos en estas primarias, pero pateamos el tablero, según el resultado del proceso (guerra desde adentro), pero nos vinculamos con los de afuera (plataformas, comités cívicos y otros); para finalmente salir ganando en ambos bandos”.

En este imaginario y en el tejido de las primarias, podemos identificar dos proyectos de Estado y el arrastre de los traumas coloniales, los actores políticos, la muerte de algunos partidos político, el agonista aleteo del katarismo y la ausencia del indianismo.

Evo Morales representa al Estado Plurinacional, como proyecto de Estado, que aun no deja de despegar, sino ha tomado el ritmo de desandar como cangrejo, y vivifica el viejo Estado republicano más actualizado, con un maquillaje “indígena”, pero que no es república en el sentido estricto, lo es. Mientras tanto, Carlos D. Mesa, representa al viejo Estado republicano en el tiempo nuevo, empero sin actualizar; hasta ahora se observa esa circunstancia, a no ser que se contraten a otros expertos para modificar esta situación.

En este contexto, tanto el primero (MAS) y el segundo (Mesa), representan el arrastre de los traumas coloniales, el primero sigue anclado o estancado en los primeros discursos del integracionismo campesinista o indigenista, en el sentido folklórico del “indio” o “campesino”, de los años 1950, del siglo pasado. Indigenizar el Estado es la premisa, más no transformar el Estado en su verdadera dimensión. Está sentando en la silla presidencia en la lógica de: “soy indio (por la cara o la apariencia), mi ropa o la forma estética mi confirma (forma de vestirse), así mi quieren los demás (indígenas), porque soy igual que ellos y mi lenguaje (aunque no hable aymara, ni el español bien), es un factor simbólico que reconfirma que soy pueblo”. Esta tesis masista es tan colonial como lo es el de Mesa, quien, en los hechos concretos (hasta ahora) ha demostrado que retorna al pasado, a la república; y retornar a la república es colonial, porque representa muchos factores, uno de ellos como acto concreto no incorpora en el nivel central o cópula al aymara, quechua, etc., sino rearticula al criollaje y a la vieja élite del pasado, claramente separado por color de la piel. Estas acciones, ya tienen sus consecuencias o efectos en el corto periodo, está estancado en las encuestas y puede tender a bajar en la intención de voto. El fragmentar al empresariado cruceño (Con Pedraza) y así conseguir la venia del empresario privado del país, puede costarle la victoria electoral en las elecciones generales del 2019. En este primer bloque vemos dos partidos con ciertas diferencias sobre el proyecto de Estado, pero tienen arrastres de traumas coloniales. No obstante, al segundo, a Mesa, se suman los otros partidos como MDS, PDC, MNR y UCS. Estos representan de igual forma a la república. No ofrecen otra alternativa. Pretenden mejorar el viejo Estado republicano, y el mejorar con los mismos actores del pasado no tiene cierta credibilidad y consideración en la ciudadanía, porque ya son conocidos por sus formas de pensamiento, tienen por sello por su forma de ser y hacer. Estos elementos son determinadores en la ciudadanía, aunque haya buenas intenciones, es difícil de cambiar en los votantes esta noción de la república. Finalmente, cabe señalar que el katarismo, en sus dos versiones (sindicalista, Víctor Hugo Cárdenas; ideológico, Fernando Untoja) se han sumado al viejo proyecto del Estado republicano, con diferentes argumentos. Se podría decir que estamos asistiendo a la agonía del katarismo, que aletea, pero no logra reponerse, porque están ubicados en partidos con tendencia a desaparecer formalmente, son candidatos de partidos políticos, casi, marginales. A eso se han reducido los símbolos del katarismo, con cierta mesura, podrían salir airosos de este castigo.

El segundo bloque está conformado por “los nadie, ni chicha, ni limonada” en términos populares. No tienen idea de nada o no saben lo que quieren. Este grupo está integrado por PAN-BOL, MTS, FPV.  Tienen dos caminos a optar, sumarse a uno de los proyectos u optar por un tercero. La política es de reinventos y rediseños, para eso hay que tener capacidad, hay que ser atrevido, pero cierta capacidad no es suficiente sino existe el atrevimiento intelectual y genialidad. No es suficiente ser hijo del dueño del partido, ni es suficiente tener alto grado académico, tampoco es suficiente aparecer unas cuantas veces en los medios.

El MTS argumenta que es la alternativa y una nueva vía de Estado y país, pero no es cierto, es un viejo cuento de la “independencia”, “soy la tercera opción”, etc., respecto de los otros dos contrarios. En otros términos, es ubicarse en el centro de la derecha e izquierda. Empero en el caso de MTS, es más de izquierda tradicional, en su sentido interpretativo ideológico, pero en materia económica es liberal, porque propone la ampliación de una institucionalidad económica privada, como lo son las empresas privadas, donde en el sistema liberal, el empresario es aquel empresario ejecutivo que dispone maquinaria, infraestructura, materias primas y otros factores (llamado capital o medios de producción) para producir bienes o servicios, por medio de los trabajadores, porque contrata obreros y administradores asalariados para la empresa.

En el modelo propuesto por el MTS, es aberrante el planteamiento de las empresas comunales, dentro del modelo de la economía comunal (más allá de la idea fundacional basada en las comunas). Lo único que hace es el cambio de roles del empresariado privado. Los empresarios son empresarios obreros o empresarios trabajadores y ya no empresarios ejecutivos. Ese es el cambio. Si son 2 mil socios, son 2 mil empresarios trabajadores, pero finalmente producen bienes de consumo interno o de exportación, para tener más economía o más ingresos. Y hay que tener presente que la empresa se entiende a partir de las utilidades, y las utilidades representan el buen desempeño de la inversión y no gastos. El empresario debe su existencia, justamente a que es un inversionista que hace negocio para tener utilidades y no pérdidas, en aymara el mañasu, es aquel que compra y vende ganado para tener utilidad o jalaqt’a, (utilidad) sino no es mañasu. Por lo tanto, eso del tercer sistema no tiene asidero como proyecto. Lo que está claro es el camuflaje (por miedo) del indianismo o katarismo, porque sus bases argumentativas están sustentadas en el discurso indianista y katarista, y estas, están atravesadas por el marxismo y el liberalismo. Por eso el de: “ni chicha, ni limonada”.

En este escenario, la otra novedad que podríamos tener en las elecciones generales del 2019, es la reducción o la desaparición de algunos partidos políticos, por la pérdida de las personerías jurídicas. En ese plano se encuentran el MNR, MTS, PAN-BOL, PDC, UCS y FPV. En este grupo, podrían intentar sortear la pérdida de la personería, los dos primeros (MNR y MTS), si logran capturar los votos del Samuel Doria Medina, o de los disidentes del MAS, no migrados a Mesa. Es decir, tener la gran capacidad de moverse y convencer a un caudal de votos que están flotando, pero estos votantes tienen dos direcciones: hacia el movimientismo (MNR) o hacia el indigenismo (MTS). En el primer caso debe estar dispuesto a patear el tablero electoral, con más fuerza y podría arrastrar el voto de Unidad Nacional; en el segundo caso, tiene poca probabilidad de arrastres a los votantes conservadores, lo que le queda es el sector radical “indígena” y popular. Los otros no tienen, para mí, ninguna relevancia, creo que van directo al suicidio. Sus candidatos son prácticamente desconocidos, pero sin proyecto ni idea clara y eso es una tremenda desventaja, porque el país y la ciudadanía necesita claridad y seguridad, en cuanto a proyecto, ya no está para experimentos.

En este tejido electoral, es necesario ponderar algunos avances positivos en comparación de los puntos negativos que ya hemos mencionado. Hay algo rescatable en las fórmulas propuestas, se observa la tendencia de integración o superación de la cuestión racial. Ese es el caso del MNR, un blanco y un aymara, lo propio sucede con UCS, etc., este es un avance de superar límites raciales.

Por otra parte, hay algo que es gravitante en este escenario electoral, el indianismo es el gran ausente, nuevamente, en estas elecciones. Lo ha sido en las elecciones del 2009 y 2014. Son dos elecciones en el que el movimiento indianista no está presente con su propio candidato, partido o en alianza. La última vez que participó en las elecciones generales fue Felipe Quispe, con su partido MIP, en las elecciones generales del 2005. De la misma forma, esto se debe al agotamiento de una generación de indianistas, que en el afán de generar nuevos cuadros políticos se han dedicado a socavar a las nuevas generaciones, o en el mejor caso, han continuado en el cuadillaje, considerándose en el depositario de la verdad única, de que ellos son los elegidos, por lo que no han permitido avanzar a las nuevas generaciones, sino han seguido copando espacios simbólicos.  Este hecho, no es responsabilidad total de ellos, sino con la complicidad de los mismos indianistas de la nueva generación.

Finalmente, otro factor que hay que mencionar es el pensamiento nacionalista. Este es un elemento que aun no fluye ni se desata en la mente de los políticos en la actual carrera electoral, con alguna excepción, es el caso de Fernando Untoja.  Se habla de la república, pero no se replantea el nacionalismo. El tema de fondo, a partir de muchos otros elementos negativos, como la pérdida de la demanda marítima, la entrega de recursos naturales a China y Rusia, muy al margen de otros imperios, sigue siendo un asunto pendiente. Si bien intentan invocar al nacionalismo, este sigue siendo pesado desde el Otro, y ese otro no tiene idea del sentimiento aymara, ni quechua, sino plantea el nacionalismo boliviano, pero como ese nacionalismo no es propio del aymara no logra penetrar ni ha logrado consolidarse desde 1952 hasta los principios de este siglo. Este es una tarea pendiente, porque en este momento, se requiere un nacionalismo de otro tipo, con identidad y cuerpo cultural. No lo clásico, basado en la ciudadanía sin identidad cultural, que no aporta nada al alma nacional.

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Artículo 29. (ELECCIONES PRIMARIAS DE CANDIDATURAS DEL BINOMIO PRESIDENCIAL).

I. Para participar en la elección de presidenta o presidente y vicepresidenta o vicepresidente del Estado Plurinacional, los partidos políticos o alianzas elegirán a su binomio en un proceso electoral primario, obligatorio y simultáneo convocado por el Tribunal Supremo Electoral y realizado ciento veinte (120) días antes de la emisión de la convocatoria para las elecciones generales y con participación exclusiva de la militancia de la organización política. Este proceso será organizado y administrado por el Tribunal Supremo Electoral y financiado con recursos del Tesoro General de la Nación.

IX. Estas habilitados para participar en la elección primaria todas las y los militantes de los partidos políticos y de las alianzas que estén registrados en el padrón de la organización política a la que pertenecen, así como en el padrón electoral al momento de la convocatoria a elección primaria a realizarse en la gestión, de acuerdo al calendario electoral.

X. En cada partido político o alianza, el binomio será elegido por mayoría simple de votos de su militancia. La votación será individual, voluntaria, directa, libre y secreta.